Al aire libre, en una bodega rodeada de viñedos, tuvo lugar la boda de Eli y Jorge.
Palets, cajas pintadas de blanco y multitud de flores daban la bienvenida a los invitados. Una alfombra blanca y cestas de margaritas y limonium creaban un pasillo que recibió y llevó a los novios hasta el altar.
Allí, sobre un tapiz de hiedras, las azucenas, las margaritas y la paniculata compartían protagonismo con una vela y una pequeña pajarera. En el suelo, unos cestos aportados por la familia servían de base a la combinación de flores elegida y redondeaban la composición.
En las mesas del banquete, cestos de mimbre con lazada de yute y flores lucían junto a las botellas decoradas con encaje y paniculata que señalaban los asientos de los invitados.
Eli llevaba un ramo de broches florales que confeccionó su madre y en el que colaboré. ¡Perfecto para su vestido!




